jueves, 30 de octubre de 2008

La OTAN planea "el primer golpe" nuclear


Si ven quien es el evaluador académico se darán cuenta de la credibilidad. Ese sabe cosas.

Las 25 noticias más censuradas en 2007-2008:
La OTAN planea "el primer golpe" nuclear

Ian Traynor
Título original: NATO Considers “First Strike” Nuclear Option
Traducción: Ernesto Carmona (especial para ARGENPRESS.info)

Los funcionarios de la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) están considerando un primer golpe nuclear como la opción a ser utilizada dondequiera en el mundo que pueda presentarse una amenaza.

Ex jefes de las fuerzas armadas de EEUU, Gran Bretaña, Alemania, Francia y los Países Bajos son los autores de un documento de 150 páginas que clama por una reforma urgente de la OTAN y dibuja un nuevo pacto entre Estados Unidos, la OTAN y la Unión Europea juntos en una "estrategia magnífica" para abordar los desafíos "de un mundo cada vez más brutal". Los autores del plan insisten: "El primer uso de armas nucleares debe permanecer en el control portátil de la escalada como el último instrumento para prevenir el uso de armas de de destrucción total". El manifiesto fue presentado al Pentágono en Washington y al secretario general de la OTAN a mediados de enero de 2008. Las ofertas son susceptibles de ser discutidas en una cumbre de la OTAN en Bucarest en abril de 2008.

Los autores son el general John Shalikashvili, ex presidente de los autores del staff conjunto de jefes de EEUU y ex comandante supremo de la OTAN en Europa; el general Klaus Naumann, ex primer soldado de Alemania y ex-jefe del comité militar de la OTAN; el general Henk van den Breemen, ex jefe de personal holandés; el almirante Jacques Lanxade, ex jefe de personal francés; y Lord Inge, mariscal de campo y ex-jefe del sttaf general y del personal de la defensa en el Reino Unido. Todos pintan un cuadro alarmante de las amenazas y de los desafíos que enfrenta Occidente en el mundo post 11/9 y entregan un veredicto marchito en la capacidad de hacer frente. Los cinco comandantes argumentan que los valores y la manera de vida occidental estén bajo amenaza, mientras que Occidente está luchando por convocar la voluntad para defenderlos.

Los militares advierten sobre las siguientes amenazas dominantes:

- Fanatismo político y fundamentalismo religioso

- El "lado oscuro" de la globalización significa terrorismo internacional, crimen organizado y diseminación de armas de destrucción total

- Cambio climático e inseguridad energética exigen una competencia por los recursos y una potencial migración "ambiental" a escala total

- El debilitamiento del estado nación, así como de organizaciones tales como la ONU, OTAN y la UE.

Para prevalecer, los generales llaman a un reacondicionamiento de los métodos de toma de decisión de la OTAN, una nueva "dirección" de EEUU, Europa y de los líderes de la OTAN para responder rápidamente a la crisis y poner fin a la "obstrucción" en la UE y a la rivalidad con la OTAN. Entre los cambios más radicales exigidos están los siguientes:

- Un cambio de la toma de decisión por consenso en los cuerpos de la OTAN a la mayoría que vota, dando por resultado una acción más rápida a través del fin a los vetos nacionales

- La abolición de las advertencias nacionales en las operaciones de la OTAN de la clase que plagaron a la campaña afgana

- Ningún papel en la toma de decisión en las operaciones de la OTAN para los miembros de la alianza que no estén participando en las operaciones

- Uso de la fuerza sin la autorización del consejo de seguridad de la ONU cuando la "acción inmediata sea necesaria para proteger a una gran cantidad de seres humanos".

Reservar la derecha para iniciar un ataque nuclear fue un elemento central de la estrategia del Occidente de la guerra fría contra la Unión Soviética. Los críticos discuten cuál fue alguna vez el mejor método pensado para que echar abajo a una superpotencia nuclear no sea más largo de lo apropiado.


Fuente:
The Guardian, 22de enero, 2008
Título: “Pre-emptive nuclear strike a key option, NATO told”
Autor: Ian Traynor

Estudiantes investigadores: Stephanie Smith y Sarah Maddox
Evaluador académico: Robert McNamara, Ph.D.


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miércoles, 29 de octubre de 2008

Invitación

PEÑA / FIESTA
(POR EL TECHO)
TENEMOS QUE ARREGLAR EL TECHO PORQUE SE LLUEVE
NECESITAMOS JUNTAR UNOS MANGOS Y HACEMOS UNA PEÑA/FIESTA
Este sabado 1º de noviembre desde las 21 Hs
En la ASAMBLEA DE VECIN@S DE VILLA URQUIZA (Triunvirato entre roosvelt y la via)
bandas en vivo (de las buenas) + pizza caserita + vinito + cervecita + buenas vibras y olor a rebeldia
El que no viene es del PROceso
ASAMBLEA DE VECIN@S AUTOCONVOCAD@S DE VILLA URQUIZA
¡¡¡Que se vayan todos, que no quede ni uno solo!!!

CENTRO CULTURAL MAXIMILIANO KOSTEKI


ex pizzeria La Ideal (espacio recuperado)
Triunvirato 4778 entre Roosevelt y la via
visita la pagina ----------> http://asambleavillurca.wordpress.com/

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lunes, 27 de octubre de 2008

Volviendo a las fuentes

Este blog es fan de Ballard y en un principio publiqué muchas cosas de él. Ahora continúo, así sin más ni más. ¿O qué? (si pisan la etiqueta libroa seguro encuentran lo anterior)



La víspera de Pearl Harbor


Las guerras llegaron temprano a Shanghai, alcanzándose unas a otras como las mareas que corrían Yangtsé arriba y devolvían a esta ciudad estridente todos los ataúdes lanzados a las aguas desde los muelles funerarios del Chinese Bund.
Jim había empezado a soñar con guerras. Por la noche las mismas películas mudas parecían parpadear en la pared del dormitorio de la Avenida Amherst y le transformaban la mente dormida en un cine de noticiarios vacíos. Durante el invierno de 1941 todo el mundo pasaba en Shanghai películas de guerra. Fragmentos de sueños seguían a Jim por la ciudad; en la entrada de hoteles y tiendas las imágenes de Tobruk y de Dunkerque, de Barbarossa y del saqueo de Nankín, le brotaban de la mente atiborrada.
Para desesperación de Jim, incluso el deán de la catedral de Shanghai había conseguido un antiguo proyector. Después del servicio matutino del domingo 7 de diciembre, víspera del ataque japonés a Pearl Harbor, retuvieron a los chicos del coro antes de que pudieran marcharse y los llevaron en fila a la cripta. Todavía con las sotanas puestas, se sentaron en una hilera de sillas de playa requisadas al Shanghai Yacht Club y miraron un La marcha del tiempo del año anterior.

Pensando en sus turbulentos sueños, y confundido por la falta de banda de sonido, Jim se tironeó el cuello plisado. El órgano resonaba como un dolor de cabeza en el techo de cemento y la pantalla temblaba con las imágenes familiares de batallas de tanques y peleas aéreas. Jim estaba ansioso por prepararse para la fiesta de disfraces de Navidad que daba esa tarde el doctor Lockwood, el vicepresidente de la Asociación de Residentes Británicos. Habría un paseo a través de las líneas japonesas a Hungjao, y luego equilibristas chinos, fuegos de artificio y aún más noticiarios; pero Jim tenía razones personales para querer ir a la fiesta del doctor Lockwood.
Fuera de la sacristía los chóferes chinos aguardaban discutiendo junto a los Packards y los Buicks. Aburrido por la película, que había visto una docena de veces, Jim escuchaba a Yang, el chófer de su padre, que fastidiaba al sacristán australiano. Ver los noticiarios se había convertido en una obligación patriótica para todo británico en tierras extrañas, como las loterías para la recolección de fondos en el Country Club. Los bailes y fiestas al aire libre, las incontables botellas de scotch consumidas en pro del esfuerzo de guerra (como a todos los niños, a Jim le intrigaba el alcohol, aunque vagamente lo desaprobaba), produjeron pronto dinero suficiente para comprar un Spitfire... Probablemente, especulaba Jim, uno de aquellos que habían sido derribados en el primer vuelo, con el piloto desvanecido por los vahos del Johnny Walker.
Habitualmente Jim devoraba los noticiarios, parte del esfuerzo de propaganda montado por la Embajada británica para contrarrestar las películas de guerra alemanas e italianas que se exhibían en los cines y en los clubes del Eje, en Shanghai. A veces los noticiarios Pathe ingleses daban a Jim la impresión de que, a pesar de la ininterrumpida serie de derrotas, el pueblo inglés disfrutaba profundamente de la guerra. Las películas de La marcha del tiempo eran más sombrías, de un modo que atraía a Jim. Sofocado en la ajustada sotana, vio caer a un Hurricane en llamas de un cielo de bombarderos Dornier al paisaje de un libro infantil, esas praderas inglesas que él no había conocido. El Graf Spee se hundía en el Río de la Plata, un río tan melancólico como el Yangtsé; y se elevaban nubes de humo de una destruida ciudad de Europa oriental, ese planeta negro del que Vera Frank, su ama de diecisiete años, había huido en un barco de refugiados, seis meses antes.
Jim se alegró cuando terminó el noticiario. Él y sus compañeros de coro caminaron vacilantes hacia sus chóferes. Su amigo más íntimo, Patrick Maxted, había partido de Shanghai con su madre hacia la seguridad de la fortaleza británica de Singapur, y Jim sentía que debía ver las películas por Patrick, e incluso por las mujeres de Rusia Blanca que vendían sus joyas en la escalinata de la catedral, y por los mendigos chinos que descansaban entre las tumbas.
La voz del comentarista le retumbaba todavía en la cabeza mientras regresaba en el Packard paterno por las atestadas calles de Shanghai. Yang, el chófer de charla atropellada, había trabajado como extra en un filme local protagonizado por la actriz Chiang Ching, la futura Madame Mao. A Yang le encantaba impresionar a su pasajero de once años con historias exageradas de trucos y efectos cinematográficos. Pero hoy Yang no hacía caso a Jim, lo desterraba al asiento trasero. Descargaba puñetazos a la poderosa bocina del Packard, se batía en duelo con los agresivos coolies de los rickshaws que se apeñuscaban, intentando expulsar a los coches extranjeros de la Calle del Pozo Burbujeante. Yang bajaba el cristal y azotaba con la fusta a los irreflexivos peatones, a las chicas de los bares que caminaban ociosamente con sus bolsos americanos, a las viejas criadas dobladas bajo los yugos de bambú de que pendían pollos descabezados.
Un camión abierto cargado de verdugos profesionales giró ante ellos, y se encaminó a los estrangulamientos públicos de la Ciudad Vieja. Aprovechando la oportunidad, un chico mendigo descalzo corrió junto al Packard. Golpeaba las puertas con los puños y tendía la palma a Jim, con el grito callejero de todo Shanghai: —¡No mamá! ¡No papá! ¡No whisky y soda!
Yang lo azotó y el chico cayó al suelo, se incorporó entre las ruedas delanteras de un Chrysler que se acercaba y corrió junto al coche.
—No mamá, no papá...
Jim odiaba la fusta, pero le gustaba la bocina del Packard. Por lo menos ahogaba el rugido de los cazas de ocho cañones, el gemido de las sirenas de alarma de Londres y Varsovia. Ya había tenido demasiado de la guerra europea. Jim miró la chillona fachada de la tienda de la Sincere Company, dominada por un inmenso retrato de Chiang Kai Shek exhortando al pueblo chino a sacrificios aún mayores en la lucha contra los japoneses. La suave luz de un tubo defectuoso de neón temblaba sobre la boca blanda del generalísimo, la misma fluctuación que Jim había visto en sueños. Todo Shanghai se convertía en un noticiario que rezumaba desde dentro de su cabeza.
¿El exceso de películas de guerra le había dañado el cerebro? Jim había tratado de hablar con su madre de los sueños, pero como todos los adultos de Shanghai, ese invierno ella estaba demasiado preocupada para escuchar. Quizá tenía sus propias pesadillas. De un modo misterioso, esas confusas imágenes de tanques y bombarderos en picado eran completamente silenciosas, como si la mente dormida intentara separar la guerra verdadera de los ilusorios conflictos inventados por Pathe y Movietone.
Jim no dudaba cuál era la real. La guerra real era todo lo que había visto por sí mismo desde la invasión japonesa de China en 1937, los viejos campos de batalla de Hungjao y Lunghua donde los huesos de los muertos insepultos se elevaban cada primavera hasta la superficie de los arrozales. La guerra real eran los miles de refugiados chinos que morían de cólera entre las sólidas estacadas de Pootung, y las cabezas ensangrentadas de los soldados comunistas clavados en picas a lo largo del Bund. En la guerra de verdad nadie sabía de qué lado estaba, y no había banderas, comentaristas ni vencedores. En guerra de verdad no había enemigos.
Por contraste, el próximo conflicto entre Inglaterra y Japón que todos en Shanghai esperaban que estallase en el verano de 1942, pertenecía al dominio de los rumores. La nave de aprovisionamiento destinada al invasor alemán en el Mar de la China visitaba ahora abiertamente Shanghai y fondeaba en el río donde recibía combustible de una docena de barcazas; muchas de ellas, observaba sardónicamente el padre de Jim, de compañías petroleras americanas. Casi todos los niños y mujeres americanos habían sido evacuados de Shanghai. En la clase de la Cathedral School, Jim estaba rodeado de pupitres vacíos. La mayor parte de sus amigos habían partido con sus madres hacia la seguridad de Hong Kong y Singapur, mientras los padres cerraban las casas y se instalaban en hoteles a lo largo del Bund.
A comienzos de diciembre, cuando se interrumpieron las clases, Jim se unió a su padre en el terrado del edificio de oficinas de la Calle Szechuan y le ayudó a quemar los cajones de archivos que los empleados chinos subían en el ascensor. Un rastro de papeles carbonizados se elevaba a través del Bund y se unía al humo de las impacientes chimeneas de los últimos vapores que saldrían de Shanghai. Los pasajeros se apretujaban en las planchadas; eurasiáticos, chinos y europeos luchaban por subir a bordo con sus líos y maletas, dispuestos a afrontar el peligro de los submarinos alemanes que aguardaban en el estuario del Yangtsé. De los terrados de los edificios de oficinas del distrito financiero se alzaban las llamas, que los oficiales japoneses contemplaban a través de sus prismáticos desde las casamatas de hormigón de Pootung, del otro lado del río. Lo que más inquietaba a Jim no era la furia de los japoneses, sino su paciencia.

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domingo, 26 de octubre de 2008

¿Clase? ¿Qué clase?

RAZA, CLASE SOCIAL, DEMOCRACIA IMPERFECTA EN ESTADOS UNIDOS
La cuestión de la piel

Entre humores negros, problemas de padrón, crisis económica y una mezcla de emoción y temores, los norteamericanos llegan a una elección que ya es histórica por la presencia de Obama. La pregunta es si volverán a formarse las grandes mayorías que impusieron cambios en el pasado.

Por Ernesto Semán

Desde Nueva York



El chiste dice que San Pedro está en la puerta del cielo y hace pasar al siguiente en la fila: “Dígame, ¿quién es usted y qué hizo en la Tierra?”.

–Yo soy Barack Obama y fui el primer negro elegido como presidente de los Estados Unidos.

–¿En Estados Unidos? ¿Un presidente negro? Usted me está cargando. Y cuénteme, ¿cuándo fue eso?

–Y... hace veinte minutos, más o menos.

La broma circula generosamente en Internet, en sentidos opuestos, en sitios racistas y en blogs de jóvenes negros, simpatizantes de Obama, en la calle. Y a su modo tiene poco de broma, sobre todo pensando que los dos presidentes norteamericanos, que –con cien años de diferencia– pusieron en marcha grandes cambios en favor de la igualdad racial, terminaron asesinados. Puede que los asesinos de Abraham Lincoln y John F. Kennedy hayan tenido otras razones en la agenda, pero es suficiente casualidad como para que deje de serlo. La elección de un negro como presidente de los Estados Unidos es, qué duda cabe, un evento significativo. Pero la elección de Barack Obama, en este momento, como el primer presidente negro de los Estados Unidos puede ser uno de los hechos más importantes en la historia de la democracia norteamericana.

Un argumento es que la del 4 de noviembre es una elección sobre raza. Al modo norteamericano, larvado y silencioso. Como nunca antes, haber llegado a ser candidato con su color y su origen birracial a cuestas lo exime a Obama de tener que hablar de raza para que el tema esté ahí, al viento desplegando su negro pabellón. O, incluso, puesto al revés: es tan claramente la raza lo que está en juego, que es su condición de negro lo que restringe a Obama de poder hablar libremente sobre el racismo como lo haría un candidato blanco. O de poder enojarse con un rival como lo haría un blanco, sólo porque en su caso sería enojarse como un negro.

La elección es sobre la raza tanto como las anteriores, en la medida en que una cantidad de desigualdades se siguen ejerciendo por el color de la piel, siendo la exclusión de los negros de la política una de las más visibles. Cerca de cuatro millones de personas no pueden votar el próximo martes por haber pasado por prisión, un cuarenta por ciento de ellos negros (la población negra del país no supera el 10 por ciento). Eso incluye los catorce estados en los que la increíble legislación prohíbe de por vida la votación incluso a quienes hayan cometido delitos menores y cumplido su condena, la “muerte civil” con la que se condenaba a ciertos reos en el Imperio Romano.

Y cuando la ley no alcanza, se enciende la política: desde 2003, la comisión electoral rechazó el empadronamiento de tres millones de personas. Entre 2002 y 2008, unas 10 millones de personas fueron borradas o están en “lista de espera,” mediante una red de obstáculos montada por funcionarios medios del Partido Republicano a lo largo del país: diferencias de una letra en el registro, cambios de domicilio, nuevos requerimientos de documentación figuran entre los principales obstáculos que la revista Rolling Stones cuenta esta semana bajo el título “Cómo robar una elección.” En Florida, el 75 por ciento de esos excluidos son negros e hispanos. Llovido sobre mojado, en distritos de Florida y California, la falta de domicilio legal les impedirá votar a aquellos cuyas casas fueron recientemente confiscadas. Para algunos son detalles en los márgenes de la democracia, para otros las vigas que sostienen su imperfección, a la cual George W. Bush le debe sus ocho años de gobierno.

Que ser negro es una condena económica tampoco pasa desapercibido en estos días. En el año 2000, en pleno boom inmobiliario, los pedidos de créditos de los negros eran rechazados el doble de veces que los pedidos de los blancos. A igual cantidad de ingresos, los bancos rechazaban un 21,6 por ciento de negros y un 11,4 por ciento de blancos. Más aun, el banco le negó créditos a un 20 por ciento de los negros con ingresos de 60 mil dólares al año, pero a un 17 por ciento de los blancos con ingresos de 40 mil dólares. Lo cual explica, en buena parte, que en áreas como Nueva York hayan sido los negros los que acudieran en masa a los créditos de riesgo que hoy explotan por los aires.

Poco puede decir de esto Obama si aspira a construir una alianza social amplia que exceda una base electoral exclusivamente racial, por lo que la campaña ha dado un giro paradójico y no menos feliz, por el cual los candidatos hablan de clases y de desigualdad social como pocas veces en la historia política reciente.

Por eso, otro argumento no menos válido es que la elección del 4 de noviembre no es sobre raza. El redescubrimiento de las clases sociales es en parte un derivado de la actual crisis económica. Hasta el famoso “Joe el Plomero” que luce la campaña de John McCain -–blanco e indisimuladamente racista– evidencia sin querer la existencia de una clase baja por debajo suyo. Las infinitas referencias de Obama a la clase media, la fantasmagoría del New Deal y la inédita presencia de la intervención del Estado sobre la economía en el centro de la campaña demócrata sólo alimentan la discusión sobre un conflicto económico que la sociedad norteamericana tiene bastante silenciado.

Hace un año, The New York Times publicó una serie de artículos de investigación titulados “La clase social importa”, comprobando la obviedad de que la exclusión económica tiene maniatado a un enorme grupo por encima (y a propósito) de su raza, su género o la región en la que viven. Cualquier medio de América latina hubiera expulsado entre risas al periodista que cayera con esa previsible idea. En Estados Unidos, el diario obtuvo un Pulitzer por la serie.

Hoy, con un negro al frente de las encuestas, la discusión de clase está tan en el centro que sorprende, sobre todo si la estrechez de mira de uno se acota al carácter timorato del partido demócrata, el apoyo que al candidatura de Obama recibe de los grupos económicos o las mil mediaciones que evitan cambios bruscos en la economía. Mejor que nadie lo sabe Wal Mart, el mayor empleador de los Estados Unidos, que en la última semana organizó reuniones de sus gerentes intermedios en estados clave para advertir que un triunfo de demócrata forzará a la cadena a negociar con sindicatos salarios y condiciones laborales, algo que rechaza de plano. “No nos dijeron a quién votar, pero nos insistieron en que si gana el candidato demócrata, no vamos a poder optar por eludir a los sindicatos”, contó uno de los gerentes.

En verdad, que la primera campaña de la historia que puede terminar consagrando a un negro como presidente esté centrada en una discusión de clase es más que una paradoja. Como en pocos lugares en el mundo, quizás en Estados Unidos sea imposible entender los conflictos de clase y los de raza sino es juntos y a la vez.

Si la elección es sobre el racismo, también es sobre la facilidad con la que la discriminación se expande desde los negros hacia una variedad literalmente indiscriminada de minorías que integran la mayoría en la que parece apoyarse el ascenso del candidato negro. Que los negros sufran doblemente esa exclusión no hace sino agrandar la importancia de Obama. Aun con el pesimismo de etiqueta de estos tiempos, cualquiera admite que la cadena de demandas democráticas que puede desatar su elección es difícil de predecir, pero es lo suficientemente verosímil como para haber activado la campaña en contra, que de momento atraviesa con éxito.

Su triunfo no resolverá automáticamente ninguno de los problemas de exclusión social y racial, aun si una derrota los empeora. El Partido Demócrata es una máquina obsoleta cuya mayor función parece ser la de realentar cualquier proceso de cambio, y es de lejos el mejor de los dos, lo cual ayuda a que Estados Unidos parezca hoy un país de expectativas democráticas más bien módicas. Y para producir transformaciones de fondo, Obama dependerá en buena parte de obtener mayorías amplias como las que en 1932 o 1964 permitieron las mayores reformas democráticas del siglo XX. Pero que hoy esas chances estén en manos de un negro es una epopeya de la que muchos de los que votarán el 4 de noviembre jamás imaginaron que podrían vivir.

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jueves, 23 de octubre de 2008

De los que fabrican los autos para los ricos

Daimler: Yes, we can!.
Juicio contra Daimler SA en San Francisco (EEUU)

Gaby Weber (especial para ARGENPRESS.info)



Este martes, a las nueve, hora del Pacífico, se llevó a cabo en las salas de audiencias N º. 1 de la Corte de Apelaciones de San Francisco el juicio "Baumann contra Daimler”. Se trata de los 14 sindicalistas de Mercedes Benz en Argentina, desaparecidos durante la dictadura (1976-83).

El juicio en San Francisco en contra de la Daimler SA puede ser un precedente que podría abrir para los grupos de derechos humanos y las asociaciones de consumidores el camino a los tribunales de los EE.UU... Sólo allá, las empresas pueden ser multadas con cifras astronómicas que realmente les puedan llegar a doler. En cambio, en Argentina no sólo la causa sería prescripta si no que la multa para la multinacional sería ridícula, porque el gobierno argentino ya la fijó cuando pagó las indemnizaciones a los familiares, la vida de un desaparecido en 220.000 pesos. Multiplicado por 14 (desaparecidos), serían 3.080.000 pesos, es decir menos que un millón de dólares. Si nos acordamos que con el terrorismo del Estado, en colaboración con la empresa, la productividad en la Mercedes Benz aumentó según las palabras de sus gerentes desde el 40 por ciento al cien por ciento, se puede imaginar que un millón de dólares sería interpretado por las empresas como un incentivo para futuros violaciones de los derechos humanos. Porque les permitió aumentar la ganancia con el método.

Hace cuatro años, los abogados estadounidenses Daniel Kovalik y Terry Collingworth, apoyados por el Fondo Internacional de los Derechos Laborales, iniciaron en contra de Daimler-Chrysler una denuncia civil. Ellos acusan a la empresa, haber colaborado con los militares en la persecución de sus trabajadores y haber causado a propósito la muerte de sus obreros. Estos abogados también abrieron una causa del mismo tipo contra Coca-Cola por su cooperación con los paramilitares colombianos.

No faltan pruebas. Héctor Ratto había oído cómo el jefe de producción Juan Ronaldo Tasselkraut entregó la dirección de un colega a la policía. En la misma noche el colega fue secuestrado. Ratto lo vio de nuevo en Campo de Mayo, después no se supo más de él. La empresa denunció frente a la Inteligencia militar (Batallón 601) al miembro de la comisión interna, Esteban Reimer, como "activista”. Luego, Reimer fue también secuestrado y asesinado.

Numerosos fueron los procesos penales que están pendientes en el caso Mercedes Benz. El fiscal en Nuremberg investigó durante cuatro años contra Tasselkraut y finalmente cerró la causa porque era probado que los desaparecidos realmente fueron asesinados y que no reaparecerían. La fiscalía de Berlín se negó a iniciar un proceso contra el ciudadano alemán Tasselkraut, en cuya familia hay tres hijos que figuran como hijos biológicos y que son probablemente apropiados. Según el testimonio jurado de su director legal, Mercedes-Benz donó incubadoras a Campo de Mayo.

En Argentina cambió la situación con la llegada al gobierno de Néstor Kirchner (2003). Las leyes de amnistía fueron anuladas, los juicios contra los torturadores se reabrieron, incluso el juicio contra los responsables uniformados y civiles de la desaparición de los 14 obreros de Mercedes-Benz. El presidente Kirchner recibió oficialmente a las viudas y prometió solemnemente una comisión de investigación y justicia en esta causa. Sin embargo, nunca se formó la comisión ni se llevó a cabo investigación alguna. El fiscal porteño, Federico Delgado, clausuró la causa, diciendo que sólo encontró pruebas en general contra la empresa, pero no pruebas concretas contra los gerentes. Mandó la causa al tribunal de San Martín. Daimler sigue produciendo en González Catan el Sprinter, 1.000 puestos de trabajo están en juego.

La presentación de la demanda en los Estados Unidos inicialmente parecía absurda. En un momento, cuando Kirchner se declaró en las Naciones Unidas “hijo de las Madres de la Plaza de Mayo” al mismo tiempo que George W. Bush legalizaba la tortura para su "guerra contra el terrorismo"; “Corporate América”, el lobby formado de la Cámara de Comercio estadounidense, el Instituto Americano del Petróleo y el Ministerio de Justicia hicieron una campaña en contra de la Ley: Alien Tort Claims Act.

Esta ley fue hecha en el año 1789, originalmente contra piratas, que en las repúblicas bananeras del Caribe no podían ser procesados. A partir de 1980 las organizaciones de derechos humanos reflotaron esta ley para procesar en los tribunales de los EEUU a los torturadores de América del Sur, quienes gozaron en sus países la ley de amnistía. Era una amenaza para Corporate América. No sólo se sintieron molestos por las astronómicas multas (por ejemplo contra la industria del tabaco) con las cuales los jueces norteamericanos querían proteger los derechos de los consumidores en los Estados Unidos.

Temían que ahora, esos derechos podrían gozar también los ciudadanos en su "patio trasero". Iniciaron una masiva campaña en los medios de comunicación para evitar un precedente, pero en la causa Sosa (2004) la ley ATCA fue afirmada por los jueces.

En el juicio en San Francisco se va a tratar solamente la jurisdicción geográfica. Si los querellantes ganan, se abre el juicio civil contra la Daimler SA.. Sólo entonces serán escuchados los testigos y vistas la pruebas. Si los demandantes pierden está abierto el camino a otro tribunal de otro Estado. Los Estados Unidos consisten en 50 Estados (más el Distrito de Colombia y los territorios dependientes). Se puede comenzar con Alabama y, a continuación, Alaska, Arizona, Arkansas, y finalmente, terminar en Wyoming. Tal vez haya que tener paciencia para encontrar un juez que se anime a impartir justicia en la causa de los asesinatos de los 14 obreros de Mercedes Benz Argentina.



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domingo, 19 de octubre de 2008

Profecías?



“Yo creo que las instituciones bancarias son más peligrosas para nuestras libertades que los ejércitos en pie. Si el pueblo estadounidense permite alguna vez que los bancos privados controlen el tema de su moneda, primero por inflación, luego por deflación, los bancos y las corporaciones que crecerán alrededor de los bancos privarán al pueblo de toda propiedad hasta que sus hijos se despierten sin hogar en el continente que sus padres conquistaron.”

Thomas Jefferson, 1802.


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viernes, 17 de octubre de 2008

Salió Hijos del Pueblo Nº 14

Corré a comprarla!


Hacé click aquí para descargar.

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Johnny solíto en el zótano

Esto es de un videasta moderno. Muy bueno.

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jueves, 16 de octubre de 2008

Invitación

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miércoles, 15 de octubre de 2008

Una historia sencilla

Interconexión de las crisis capitalistas

Éric Toussaint (tomado de rebelion.org)
CADTM

Traducido por Caty R.




La explosión de las crisis alimentaria, económica y financiera en 2007-2008 demuestra hasta qué punto están interconectadas las economías del planeta. Para resolver estas crisis, es necesario tratar el mal en la raíz.
La crisis alimentaria

En 2007-2008, más de la mitad de la población mundial ha visto degradarse fuertemente sus condiciones de vida porque ha tenido que enfrentarse a una gran subida de los precios de los alimentos. Esto ha originado protestas masivas, por lo menos en una quincena de países, en la primera mitad de 2008. El número de personas afectadas por el hambre llega a varias decenas de millones, y cientos de millones más han visto restringido su acceso a los alimentos (y, en consecuencia, a otros bienes y servicios vitales (1)). Todo esto como consecuencia de las decisiones tomadas por un puñado de empresas del sector del «agronegocio» (productoras de biocombustibles) y del sector de las finanzas (los inversores institucionales que contribuyen a la manipulación de los precios de los productos agrícolas), que se han beneficiado del apoyo del gobierno de Washington y de la Comisión Europea (2). Pero la parte correspondiente a las exportaciones de la producción mundial de alimentos sigue siendo escasa. Sólo una parte insuficiente del arroz, el trigo o el maíz producidos en el mundo se exporta, una porción aplastante de la producción se consume en el lugar de origen. Sin embargo, los precios de los mercados de exportación son los que determinan el precio en los mercados locales. Es decir, los precios de los mercados de exportación se fijan en Estados Unidos, principalmente en tres Bolsas (Chicago, Minneapolis y Kansas City). En consecuencia, el precio del arroz, el trigo o el maíz en Tombuctú, México, Nairobi o Islamabad está influido directamente por la evolución del precio de dichos productos en los mercados bursátiles de Estados Unidos.

En 2008, con urgencia y por el peligro de que las derribasen los motines, en los cuatro puntos cardinales del planeta, las autoridades de los países en desarrollo tuvieron que tomar medidas para garantizar el acceso de los ciudadanos a los alimentos básicos.

Si se llegó a esa situación es porque durante varios decenios los gobiernos renunciaron progresivamente al sostenimiento de los productores locales de granos –en su mayoría pequeños productores- y siguieron las recetas neoliberales dictadas por instituciones como el Banco mundial y el FMI en el marco de los planes de ajuste estructural y los programas de reducción de la pobreza. En nombre de la lucha contra la pobreza, estas instituciones convencieron los gobiernos para establecer políticas que reprodujeron, incluso reforzada, la pobreza. Además, durante los últimos años, numerosos gobiernos han firmado tratados bilaterales (en particular los tratados de libre comercio) que han agravado todavía más la situación. Las negociaciones comerciales en el marco del ciclo de Doha de la OMC también han acarreado consecuencias funestas.

¿Qué ha pasado?



Acto primero:

Los países en desarrollo renunciaron a las protecciones aduaneras que permitían proteger a los campesinos locales de la competencia de los productores agrícolas extranjeros, principalmente de las grandes empresas «agroexportadoras» estadounidenses y europeas. Éstas invadieron los mercados locales con productos agrícolas vendidos por debajo del coste de producción de los agricultores y ganaderos locales, lo que originó su quiebra (muchos de ellos emigraron a las grandes ciudades de sus países o a países más industrializados). Según la OMC , los subsidios que pagan los gobiernos del norte a sus grandes empresas agrícolas en el mercado interior no constituyen una infracción de las reglas contra el dumping. Como ha escrito Jacques Berthelot: «Mientras que para el hombre de la calle existe dumping si se exporta a un precio inferior al coste medio de producción del país exportador, para la OMC no hay dumping en tanto que se exporta al precio interior, incluso si es inferior al coste medio de producción» (3). En resumen, los países de la Unión Europea , Estados Unidos u otros países exportadores pueden invadir los mercados de los demás con productos agrícolas que se benefician de cuantiosas subvenciones internas.

El maíz exportado a México por Estados Unidos es un caso emblemático. A causa tratado de libre comercio (TLC) firmado entre Estados Unidos, Canadá y México, este último abandonó sus protecciones aduaneras frente a sus vecinos del norte. Las exportaciones de maíz de Estados Unidos a México se han multiplicado por nueve entre 1993 (último año antes de la entrada en vigor del TLC) y 2006. Cientos de miles de familias mexicanas tuvieron que renunciar a producir maíz porque éste costaba más caro que el maíz procedente de Estados Unidos (producido con tecnología industrial y fuertemente subvencionado). Esto no sólo constituyó un drama económico, sino que además acarreó una pérdida de identidad porque el maíz es el símbolo de la vida en la cultura mexicana, especialmente en los pueblos de origen maya. Una gran parte de los cultivadores de maíz abandonaron sus campos y salieron a buscar trabajo en las ciudades industriales de México o en Estados Unidos.
Acto segundo



México, que para alimentar a su población depende del maíz de Estados Unidos, se enfrenta a una subida brutal del precio de este cereal originada, por una parte, por la especulación en las Bolsas de Chicago, Kansas City o Minneapolis y, por otro lado, por la producción, en casa de su vecino del norte, de etanol de maíz.


Los productores mexicanos de maíz ya no tienen capacidad para satisfacer la demanda interna y los consumidores mexicanos se enfrentan a un estallido del precio de su alimento de base, la tortilla, esa tortita de maíz que sustituye al pan o al tazón de arroz consumido en otras latitudes. En 2007, enormes protestas populares sacudieron México.

En condiciones específicas, las mismas causas produjeron, grosso modo, los mismos efectos. La interconexión de los mercados alimentarios a escala mundial está establecida a un nivel jamás conocido anteriormente.

La crisis alimentaria mundial pone al descubierto el motor de la sociedad capitalista: la búsqueda del máximo beneficio privado a corto plazo. Para los capitalistas, los alimentos sólo son una mercancía que hay que vender con el mayor beneficio posible. El alimento, elemento esencial de la conservación de la vida de los seres humanos, se ha transformado en un simple instrumento de beneficio. Hay que poner fin a esta lógica mortífera. Hay que abolir el control del capital sobre los grandes medios de producción y comercialización y dar la prioridad a una política de soberanía alimentaria.

La crisis económica y financiera



También en 2007- 2008 ha estallado la mayor crisis internacional económica y financiera desde 1929. Si no existiera la intervención masiva y concertada de los poderes públicos que se han lanzado al auxilio de los banqueros ladrones, la crisis actual ya habría adquirido mayores proporciones. También en este terreno la interconexión es sorprendente. Entre el 31 de diciembre de 2007 y finales de septiembre de 2008, todas las Bolsas del planeta conocieron unas bajadas muy importantes, que han ido del 15 al 30% en las Bolsas de los países más industrializados hasta el 50% en China pasando por el 40% en Rusia y Turquía. El montaje colosal de deudas privadas, pura creación de capital ficticio, acabó por estallar en los países más industrializados empezando por Estados Unidos, la economía más endeudada del planeta. En efecto, la suma de la deuda pública y privada de Estados Unidos asciende, en 2008, a 50 billones de dólares (contando las deudas del Estado, los hogares y las empresas, N. de T.), es decir el 350% del PIB. Esta crisis económica y financiera, que ya ha golpeado a todo el planeta, afectará cada vez más a los países en desarrollo de los que algunos todavía se creen a salvo. La globalización capitalista no desconectó unas economías de otras. Al contrario, países como China, Brasil, la India o Rusia tampoco han podido librarse de esta crisis. Y estamos empezando.

La crisis climática



Los efectos del cambio climático, de momento, han desaparecido del primer plano de la actualidad, sustituidos por la crisis financiera. Sin embargo el proceso está en marcha a escala planetaria, y también en este asunto la interconexión es evidente. Ciertamente las poblaciones de los países «pobres» resultarán más afectadas que las de los países «ricos», pero nadie saldrá indemne.

La conjunción de estas tres crisis muestra a los pueblos la necesidad de liberarse de la sociedad capitalista y de su modelo de producción. La interconexión de las crisis capitalistas pone por delante la necesidad de un programa anticapitalista y revolucionario a escala mundial. Las soluciones, para que sean favorables para los pueblos y para la naturaleza, deben ser internacionales y sistémicas. La humanidad no podrá conformarse con parches.

Notas

(1) En efecto, con el fin de comprar alimentos cuyos precios aumentaron fuertemente, las familias pobres redujeron los gastos de salud y educación, así como los gastos en materia de vivienda.

(2) Damien Millet y Eric Toussaint « Repaso de las causas de la crisis alimentaria mundial », agosto de 2008 y Eric Toussaint « Une fois encore sur les causes de la crise alimentaire », octubre de 2008.

(3) Jacques Berthelot « Démêler le vrai du faux dans le flambée des prix agricoles mondiaux », 15 de julio de 2008, p. 47.

Original en francés: http://www.cadtm.org/spip.php?article3780

Éric Toussaint, es el presidente del CADTM Bélgica, y autor de la obra Banque du Sud et nouvelle crise internationale, CADTM/Syllepse, 2008.



Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y la fuente.

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martes, 14 de octubre de 2008

Socialismo de pérdidas

Ultimamente me pregunto si no sería conveniente cambiar la denominación "sistema capitalista" por "sistema de comunismo negativo", no sé, desvarío...




La cara antidemocrática del capitalismo, al descubierto

Noam Chomsky (de Irish Times)

El desarrollo de una campaña presidencial norteamericana simultánea al desenlace de la crisis de los mercados financieros ofrece una de esas ocasiones en que los sistemas político y económico revelan vigorosamente su naturaleza.

Puede que la pasión por la campaña no sea una cosa universalmente compartida, pero casi todo el mundo puede percatarse de la ansiedad desatada por la ejecución hipotecaria de un millón de hogares, así como de la preocupación por los riesgos que corren los puestos de trabajo, los ahorros y la asistencia sanitaria.

Las propuestas iniciales de Bush para lidiar con la crisis apestaban a tal punto a totalitarismo, que no tardaron en ser modificadas. Bajo intensa presión de los lobbies, fueron reformuladas "para claro beneficio de las mayores instituciones del sistema… una forma de deshacerse de los activos sin necesidad de fracasar o casi", según describió el asunto James Rickards, quien negoció en su día, por parte del fondo de cobertura de derivados financieros Long Term Capital Managemen, su rescate federat en 1998, recordándonos ahora, de paso, que estamos pisando vía ya trillada.

Los orígenes inmediatos del presente desplome están en el colapso de la burbuja inmobiliaria supervisada por el presidente de la Reserva Federal Alan Greenspan, quien sostuvo la cuitada economía de los años de Bush amalgamando el gasto en consumo fundado en deuda con la toma de préstamos del exterior. Pero las raíces son más profundas. En parte, se hallan en el triunfo de la liberalización financiera de los últimos 30 años, es decir, en las políticas consistentes en liberar a los mercados lo más posible de regulación estatal.

Las medidas tomadas a este respecto, como era predecible, incrementaron la frecuencia y la profundidad de los reveses económicos graves, y ahora estamos ante la amenaza de que se desencadene la peor crisis desde la Gran Depresión.

También resultaba predecible que los reducidos sectores que se hicieron con los enormes beneficios dimanantes de la liberalización llamarían a una intervención masiva del estado, a fin de rescatar a las instituciones financieras colapsadas.

Tal intervencionismo es un rasgo característico del capitalismo de estado, aunque la escala actual es inaudita. Un estudio de los investigadores en economía internacional Winfried Ruigrok y Rob van Tulder encontró hace 15 años que, al menos 20 compañías entre las 100 primeras en el ranquin de la revista Fortune, no habrían sobrevivido si no hubieran sido salvadas por sus respectivos gobiernos, y que muchas, entre las 80 restantes, obtuvieron substanciales ganancias por la vía de pedir a los gobiernos que "socializaran sus pérdidas", como hoy en el rescate financiado por el sufrido contribuyente. Tal intervención pública "ha sido la regla, más que la excepción, en los dos últimos siglos", concluían.

En una sociedad democrática que funcionara, una campaña política tendría que abordar estos asuntos fundamentales, mirar a la raíz de las causas y de los remedios, y proponer los medios a través de los cuales el pueblo que sufre las consecuencias pudiera llegar a ejercer un control efectivo.

El mercado financiero "deprecia el riesgo" y es "sistemáticamente ineficiente", como escribieron hace ya una década los economistas John Eatwell y Lance Taylor, alertando de los peligros gravísimos que entrañaba la liberalización financiera y mostrando los costes en que, por su causa, se había ya incurrido. Además, propusieron soluciones que, huelga decirlo, fueron ignoradas. Un factor de peso es la incapacidad para calcular los costes que recaen sobre quienes no participan en las transacciones. Esas "externalidades" pueden ser enormes. La ignorancia del riesgo sistémico lleva a una aceptación de riesgos mayor de la que se daría en una economía eficiente, y eso incluso adoptando los criterios más estrictos.

La tarea de las instituciones financieras es arriesgarse y, si están bien gestionadas, asegurar que las pérdidas potenciales en que ellas mismas puedan incurrir quedarán cubiertas. El énfasis hay que ponerlo en "ellas mismas". Bajo las normas del capitalismo de estado, no es asunto suyo tomar en cuenta los costes que para otros puedan tener –las "externalidades" de una supervivencia decente— unas prácticas que lleven, como suelen, a crisis financieras.

La liberalización financiera tiene efectos mucho más allá de la economía. Hace bastante tiempo que se comprendió que era un arma poderosa contra la democracia. El movimiento libre de los capitales crea lo que algunos han llamado un "parlamento virtual" de inversores y prestamistas que controlan de cerca los programas gubernamentales y "votan" contra ellos, si los consideran "irracionales", es decir, si son en beneficio del pueblo, y no del poder privado concentrado.

Los inversores y los prestamistas pueden "votar" con la fuga de capitales, con ataques a las divisas y con otros instrumentos que les sirve en bandeja la liberalización financiera. Esa es una de las razones por las que el sistema de Bretton Woods, establecido por los EEUU y la Gran Bretaña tras la II Guerra Mundial, instituyó controles de capitales y reguló el mercado de divisas. (1)

La Gran Depresión y la Guerra pusieron en marcha poderosas corrientes democráticas radicales que iban desde la resistencia antifascista hasta las organizaciones de la clase obrera. Esas presiones hicieron necesario que se toleraran políticas sociales democráticas. El sistema de Bretton Woods fue, en parte, concebido para crear un espacio en el que la acción gubernamental pudiera responder a la voluntad pública ciudadana, es decir, para permitir cierto grado de democracia.

John Maynard Keynes, el negociador británico, consideró como el logro más importante de Bretton Woods el de haber establecido el derecho de los gobiernos a restringir los movimientos de capitales.

Por espectacular contraste, en la fase neoliberal que siguió al desplome del sistema de Bretton Woods en los años 70, el Tesoro estadounidense contempla ahora la libre movilidad de los capitales como un "derecho fundamental", a diferencia, ni que decir tiene, de los pretendidos "derechos" garantizados por la Declaración Universal de Derechos Humanos: derecho a la salud, a la educación, al empleo decente, a la seguridad, y otros derechos que las administraciones de Reagan y Bush han displicentemente considerado como "cartas a Santa Claus", "ridículos" o meros "mitos".

En los primeros años, la gente no se hizo mayores problemas con el asunto. Las razones de ello las ha estudiado Barry Eichengreen en su historia, impecablemente académica, del sistema monetario. Allí se explica que, en el siglo XIX, los gobiernos "todavía no estaban politizados por el sufragio universal masculino, el sindicalismo y los partidos obreros parlamentarios". Por consiguiente, los graves costes impuestos por el parlamento virtual podían ser transferidos a la población general.

Pero con la radicalización de la población y de la opinión pública acontecida durante la Gran Depresión y la guerra antifascista, se privó de ese lujo al poder y a la riqueza privados. De aquí que en el sistema de Bretton Woods "los límites a la democracia como fuente de resistencia a las presiones del mercado fueran substituidos por límites a la movilidad del capital".

El obvio corolario es que, tras la desmantelación del sistema de posguerra, la democracia se ha visto restringida. Se ha hecho, por consiguiente, necesario controlar y marginar de algún modo a la población y a la opinión pública, procesos particularmente evidentes en las sociedades más aproadas al mundo de los negocios, como los EEUU. La gestión de las extravagancias electorales por parte de la industria de relaciones públicas constituye una buena ilustración.

"La política es la sombra que la gran empresa proyecta sobre la sociedad", concluyó en su día el más grande filósofo social norteamericano del siglo XX, John Dewey, y así seguirá siendo, mientras el poder resida "en los negocios para beneficio privado a través de un control sobre la banca, sobre el suelo y sobre la industria, un poder que se ve ahora reforzado por el control sobre la prensa, sobre los periodistas y sobre otros medios de publicidad y propaganda".

Los EEUU tienen, en efecto, un sistema de un sólo partido, el partido de los negocios, con dos facciones, republicanos y demócratas. Hay diferencias entre ellos. En su estudio sobre La democracia desigual: la economía política de la nueva Era de la Codicia, Larry Bartels muestra que durante las pasadas seis décadas "los ingresos reales de las familias de clase media crecieron dos veces más rápido bajo los demócratas que bajo los republicanos, mientras que los ingresos reales de las familias pobres de clase trabajadora crecieron seis veces más rápido bajo los demócratas que bajo los republicanos".

Esas diferencias se pueden ver también en estas elecciones. Los votantes deberían tenerlas en cuenta, pero sin hacerse ilusiones sobre los partidos políticos, y reconociendo el patrón regular que, durante los últimos siglos, ha venido revelando que la legislación progresista y el bienestar social siempre han sido conquistas de las luchas populares, nunca regalos de los de arriba.

Esas luchas siguen ciclos de éxitos y retrocesos. Han de librarse cada día, no sólo cada cuatro años, y siempre con la mira puesta en la creación de una sociedad genuinamente democrática, capaz de respuesta dondequiera, en las urnas no menos que en el puesto de trabajo.

NOTA: (1) El sistema de Bretton Woods de gestión financiera global fue creado por 730 delegados procedentes de 44 naciones aliadas en la II Guerra Mundial que acudieron a una Conferencia Monetaria y Financiera organizada por la ONU en el hotel Mont Washington en Bretton Woods, New Hampshire, en 1944. Bretton Woods, que colapsó en 1971, era el sistema de normas, instituciones y procedimientos que regulaban el sistema monetario internacional y bajo cuyos auspicios se creó el Banco Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo (IBRD, por sus siglas en inglés) –ahora una de las cinco instituciones que componen el Grupo del Banco Mundial— y el Fondo Monetario Internacional, que echaron a andar en 1945.El rasgo principal de Bretton Woods era la obligación de todos los países de adoptar una política monetaria que mantuviera dentro de unos valores fijos la tasa de cambio de su moneda. El sistema colapsó, cuando los EEUU suspendieron la convertibilidad al oro del dólar. Eso creó la insólita situación por la que el dólar llegó a convertirse en la "moneda de reserva" para los otros países que estaban en Bretton Woods.



Traducción para www.sinpermiso.info : Casiopea Altisench


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lunes, 13 de octubre de 2008

Miedo al miedo

Nunca publiqué un post por los motivos por los que lo hago con éste. En general publico cosas por su contenido, en éste caso por lo bien escrito que está. Lo leía en el Página de ayer y pensaba, que bian escrito está, lo voy a postear sólo por eso... Las fotos son buenas también pero no las ponen on line.


LA GRAN DEPRESION DE 1929 Y LA CRISIS FINANCIERA DE 2008



Fantasmas del New Deal

El tema es excluyente entre los que perdieron millones y los que tiemblan por su jubilación: ¿otra vez lo mismo o una distinta? En medio de la campaña presidencial, parte de lo que hablan los votantes parece salido de la década del treinta, con el fantasma de Roosevelt y su política en el centro de las fantasías, las expectativas y los temores.

Por Ernesto Semán


Desde Nueva York

El martes a la noche, mientras Barack Obama pasaba fláccidamente por arriba de John McCain durante el debate televisivo, en tres casas distintas de Nueva York la gente empezaba a relatar los primeros impactos de la crisis en las finanzas domésticas. Que AnnMarie Leal decidió postergar un año su jubilación como empleada pública para tener acceso pleno al seguro social después de que se licuara la mitad de su fondo de retiro. Que Javier Jiménez, aun lejos de su jubilación en el gobierno de la ciudad, lleva perdidos 10 mil dólares de su retiro en las últimas dos semanas. Que a Thomas Cross, a mitad de camino de su vida económicamente activa, le desapareció por completo delante de sus narices el fondo reservado para la universidad de su hijo mayor.

A la mañana siguiente, los kioscos estaban empapelados con la tapa del New York Post, el diario de mayor circulación de la ciudad. El fondo negro y las letras grandes en tamaño catástrofe para recordar uno de los lemas más citados de Franklin Delano Roosevelt: “A lo único que tenemos que tener miedo es al mismo miedo”, a lo que el periódico agregaba, “FDR tenía razón por entonces, y tiene razón ahora”.

La frase tiene particular reverberancia en estos días, y a primera vista no faltan razones. Fue parte del primer discurso de Roosevelt como presidente en 1933, en el momento más agudo de la depresión económica norteamericana, mientras acumulaba la mayor cuota de poder posible para avanzar contra lo que describía como el “innombrable, irracional e injustificado terror que paraliza las fuerzas que se necesitan para convertir nuestro retroceso en un avance”. Desde entonces, el lema ha sido usado, manipulado, acomodado, en boca de todos, adaptado, convertido en un tupperware en que (casi) todo cabe. El mismo día en que el Post –un diario conservador y popular cuyo dueño es el magnate australiano Rupert Murdoch– tocaba su vena histórica más populista, la dirección del Investment Strategy Group de Goldman Sachs envió un e-mail a los ejecutivos y empleados de su Private Wealth Management que empezaba proclamando: “A lo único que tenemos que tener miedo es al mismo miedo”. La firma machacaba con que “lo que no se justifica es el temor a que estemos en una senda económica similar a la de la Gran Depresión”, e invitaba a sus empleados a que incitaran a sus clientes a expandir “incrementalmente” sus portfolios, estimando que los stocks subirán un 30 por ciento en los próximos nueve meses.

“Codicia, eso es. Codicia”, dice Gus Vlahadhas mientras manosea la tapa del Post por quinta vez en lo que va de la mañana, buscando la nota sobre Richard Fuld, el jefe de Lehman Brothers al que un vecino lo bajó de una trompada mientras corría en la cinta del gimnasio. Gus es el dueño de Tom’s Diner, uno de los bares más tradicionales de Brooklyn, favorito de bomberos, policías y trabajadores hasta la última década en la que la nueva vecindad le agregó nuevos clientes y turistas y largas colas en la puerta y buenas críticas en los medios. Gus recorre las mesas y conoce a la mayoría de los clientes, en línea con la tradición de su padre Tom, que fundó el Diner en 1936, justo durante la Depresión que hoy está en boca de todos. Entre la mayoría de inmigrantes griegos que motorizan “diners” de los Estados Unidos, la figura de Roosevelt tiene dimensiones épicas. Desde el recuerdo de Gus hasta la paredes del modesto café de Pittsburg –la vieja capital de la siderurgia– donde aparece junto a todas las leyendas griegas imaginables, el presidente norteamericano es el sinónimo del clima de movilidad social ascendente en el que crecieron estos negocios.

“¿Qué puede hacer uno?”, se pregunta a sí mismo. “A mí los precios mayoristas me subieron como loco, pero yo no puedo aumentar nada, así que uno se acostumbra a ganar menos y menos. Si sobreviví antes, voy a sobrevivir ahora.” En el “qué se puede hacer”, más que en la licuación de su margen de ganancia está la clave de por qué ésta no es la Gran Depresión, ni lo que viene será el New Deal.

En una semana en la en que todo temblaba, George Bush decía con razón que la recuperación llevará tiempo, y el debate presidencial reventaba todos los ratings, mucho se preguntaban por qué Obama no aprovechaba para proyectarse épicamente hacia el futuro, dejar un poco de lado la enésima explicación sobre el impacto de su política impositiva en el primer quintil de la economía, anunciar un programa masivo de recuperación y convocar al pueblo norteamericano a una gran cruzada para retomar la calidad de vida perdida. Se preguntaban, a su modo, por qué Obama no hacía un poco de Roosevelt.

El candidato demócrata tendrá sus razones logísticas. No sólo no cambiar de estrategia si la actual le da resultados, sino evitar que gestos más enérgicos se procesen bajo los códigos racistas impregnados en este país: una parte no menor de la sociedad norteamericana aún se incomoda si el que levanta la voz es un negro. En aquel entonces, la alianza social del New Deal tuvo en la clase trabajadora blanca su sustento más poderoso. Hoy, el Partido Demócrata perdió trozos de ese sector, los que quedan adentro fueron los más resistentes a su candidatura durante las primarias, y en cualquier caso la clase trabajadora casi desapareció de sus campañas electorales, reemplazada por una vaga clase media que representa la misma cosa con distinto tenor. Parece una broma de hoy, pero para volver a escuchar la expresión “clase trabajadora” en el centro de la política hay que escuchar los discursos de Sarah Palin reclamando el legado de “los trabajadores americanos”, o ir al Museo de la Ciudad de Nueva York, que en estos días monta una exhibición sobre campañas electorales. En ocho pantallas distintas se repiten los avisos de todas las elecciones desde 1956. En 1976, Carter y Ford llaman insistentemente a la clase trabajadora, que de ahí en más empieza a desaparecer del lenguaje político local.

Parte de esa clase trabajadora que emergió con el New Deal desapareció junto con los pueblos donde vivía. En localidades como Brownell, en medio del estado de Kansas, el cartel rotoso invitando al picnic del día del trabajo es el único recuerdo de que alguna vez allí vivieron –y no muy bien– centenares de trabajadores rurales e industriales. Difícil de imaginarlo en el pueblo fantasma que es hoy, cuyo último censo registró 48 habitantes.

La mesa de lujo

A otros lugares, el debate sobre el New Deal apenas llega, como a la mesa en donde Alain y su mujer celebraban el cumpleaños de su hija A. al día siguiente del debate. Alain es un francés con enormes inversiones inmobiliarias, que reparte su tiempo entre París y Greenwich, el exclusivo suburbio para nuevos y viejos ricos de Connecticut “que tiene de bueno que uno puede bajar e ir a la cancha de fútbol, caminar, no usar el auto, disfrutar y preservar el medio ambiente”.

La cena infinita para quince amigos es en Compass, un restaurante desmesuradamente caro del Upper West Side de Manhattan, al lado del más tradicional Café Luxembourg. Son las siete y media de la noche del miércoles y ambos restaurantes están casi vacíos. En la sala vidriada reservada por Alain, la crisis y la política son un paisaje de fondo, un ruido en la conversación anodina de todos los días. Aquí, donde las pérdidas están siendo millonarias, la debacle apenas si le da contexto a la despedida del socio comercial que se marchó a Nuevo México, o para que Steve despotrique contra su hermano que acaba de perder fortunas por actuar irresponsablemente y reivindique a su padre por haber sido prudente. Steve, que vive y vota en Ohio, tiene un fondo de inversión que controla, entre otras cosas, una cadena nacional de importación y distribución de bebidas alcohólicas. Definido como un “conservador fiscal” con un paladar “certificado” por la industria del vino, Steve replica los gestos que los profesionales de la industria del vino han expandido en las últimas décadas, exhibiendo en público los procedimientos de catación otrora reservados a la privacidad de las bodegas. Cuando el vino llega a la mesa, después de zarandear la copa por unos segundos, toma un pequeño trago con el que enjuaga su boca, regurgita en la mesa y emite los sonidos de quien está preparando una escupida. “Hmm... Anchoas, madera, anís... Excelente, Alain”, dice por fin, y puede dedicar unos instantes a repasar la política de estos días, con más desdén por la simpleza provinciana de Palin que por las ideas de Obama.

Entre las muchas cosas difíciles de imaginar, el New Deal produjo una abrupta disminución de la brecha social de los Estados Unidos, cuyo uno por ciento más rico pasó de concentrar el 21 por ciento de la renta antes de la depresión a menos del 12 a la salida de la misma, mientras los ingresos asalariados crecían en consecuencia. Una curva similar a la que luego viviría Argentina durante el peronismo; algo que Perón entendió primero que nadie y no se cansaba de presentar a su incipiente movimiento como un legado “del gran presidente Roosevelt” en “la lucha para su-bordinar a las plutocracias al poder público”.

A otros, no tan ricos, el New Deal les parece tan lejano como preocupante. Como a Mark Fornasiro, de Nueva Jersey, a quien incluso el tono de Obama le hizo sonar las alarmas. Mark sobrevive con alguna comodidad invirtiendo en el sector de transporte, y en un café de Washington Avenue, en Hoboken, al otro lado del río Hudson frente a Wall Street, aún se pregunta “si Obama es suficientemente capitalista como para no agregar aún más riesgos”, después de escuchar que el candidato demócrata no promoverá acuerdos de libre comercio, no con el énfasis de sus predecesores.

En verdad, hoy por hoy, la crisis apenas tiene reminiscencias semánticas con el crac que dio origen al New Deal. Y es difícil imaginar que llegue a parecerse a aquella debacle, que combinó un desempleo del 25 por ciento (frente al 6 por ciento actual), una caída de la actividad industrial del 40 por ciento y la desintegración de buena parte de la estructura productiva estadounidense. Y si eso explica en parte los límites de la vieja retórica, tampoco es motivo de optimismo para los 3,6 millones de personas que perdieron sus casas en los últimos 18 meses, ni para los que tienen sus finanzas empernadas entre la inflación y la falta de crédito. Margaret Palca cree que la idea de cerrar el café y la panadería mayorista que conduce desde hace veinte años es algo para considerar. “No quiero cerrar, soy panadera y es lo que sé hacer y me gusta, pero tampoco quiero perder más y más plata”, dice con algo de brillo involuntario en sus ojos.

Margaret es una mujer pequeña pero dura, de ojos claros y voz tersa. Se sienta en una mesa de su café, las manos con marcas de harina y chocolate, al final de un día infinito. Con el delantal y el pañuelo blanco, corporiza como pocas el ideal de mujer trabajadora de la iconografía soviética. Tiene una lectura atenta y personal de las finanzas de su negocio sobre la calle Columbia, en Brooklyn, recuerda que la caída en las ventas del 2001 arrancó mucho antes de los atentados terroristas del 11 de septiembre, y que en verdad “el Halloween de ese año fue uno de los que más trabajo hubo, la gente necesitaba juntarse”. Con tono muy bajo, agrega que “pasamos por distintas etapas, pero ésta es la peor”.

Margaret es la hija de Alfred Palca, el guionista de Hollywood que rechazó delatar colegas o escribir con seudónimo y fue condenado al ostracismo durante el macartismo. De los que no fueron Alfred Palca en esos años, Orson Welles decía que “la izquierda francesa colaboró con la Gestapo para salvar a sus hijos y sus mujeres; la izquierda norteamericana lo hizo para salvar a sus piletas”. “Estoy muy orgullosa de mi padre”, acota ella. Hoy, su café es uno de los pocos en la zona que no ofrece el New York Times ni conexión a Internet; una nutrida clientela fiel de vecinos y trabajadores de la zona parece indiferente a la competencia, y más dependiente de los panes y masitas del local. Pero los problemas de Margaret golpean en la distribución mayorista, “porque no puedo reducir más mis márgenes. Hace un año yo pagaba la bolsa de harina de 100 libras (unos 45 kilos) a 20 dólares. En unos meses pasó a 60, y ahora está en 39. La cuenta de electricidad aumentó un 20 por ciento, no tengo manera de trasladar todo ese aumento ni de absorberlo”.

Los dos cracs

Por donde se la mire, la analogía con la Gran Depresión no es históricamente exacta. Más bien, invita a hacerse una idea del presente. No tan distinto a cómo la opción entre Kirchner y López Murphy definía ideas sobre por qué había ocurrido la debacle del 2001 en la Argentina, en la retórica del New Deal se cifra qué lectura hacer de la crisis actual. Con la quiebra de Fannie Mae y Fre-ddie Mac, firmas destinadas a agilizar créditos hipotecarios entre sectores populares y cuya caída está en el centro del crac actual, muchos explican la crisis en torno del argumento de que, en verdad, el problema fue haberle prestado plata a la población de bajos ingresos. Con todas sus imperfecciones, la figura del New Deal es un formidable contrapeso a esa idea, aun si de ahí no se desprende una política de obra pública como la de los años ’30.

El viernes, antes de las 10 de la mañana, el Dow Jones seguía cayendo mientras en el edificio de la Corte del estado de Nueva York en Brooklyn se armaba una pequeña fila para emitir los primeros votos de la elección presidencial. Algo menos de veinte personas –casi todas mujeres negras, de entre treinta y sesenta años– esperaban para emitir su voto anticipado por razones de fuerza mayor (cada estado regula de forma distinta el voto por anticipado). Apenas media hora antes, en el pueblo de Chillicothe, en Ohio, Obama hablaba para una pequeña multitud entusiasta de trabajadores blancos: “En Estados Unidos hay trabajadores y tecnología y coraje para salir de esto. Hay que animarse al cambio. A lo único que tenemos que tener miedo es al mismo miedo”.

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sábado, 11 de octubre de 2008

La última carcajada del mercado



Esta video es del programa británico "The Last Laugh", en el se trata el tema de la crisis financiera de manera un tanto peculiar. Me ha parecido excelente, muy divertido.
Gracias a Marcoscos69 de youtube que lo posteó subtitulado.

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700



700 post, si bien éste blog ha sufrido una baja en la calidad y frecuencia de los posteos, se mantiene con una cantidad de visitas importante, asique vaya la foto de éste bellísimo Chevrolet Corvair 700 del 60.

Si quieren uno, ofrecen uno hecho pelota a Us$ 7000, lo reparan y se van a Palermo con la flía. y el magazine de "Bombita" a todo lo que da.

Salú

miércoles, 8 de octubre de 2008

Carta de Andrea Urzúa, presa política en manos de la Gendarmería




La compañera chilena se halla recluida en el Batallón de Gendarmería de Zapala, Neuquén, Argentina, desde el domingo 21 de septiembre. En este valiente testimonio explica cómo y por qué la tienen allí encerrada.


Ya ha pasado más de una semana de mi secuestro/detención, que ha estado lleno de irregularidades y con mucha expectación pública. Relatare desde el primer momento para que se entienda.

El sábado 20 de septiembre a eso de las 8:30 horas me dirijo a Chile por el paso fronterizo "Tromen", paso legal, está demás decirlo, me bajan del bus dos mujeres, (que no se las puede llamar mujeres), de AFIP agentes federales de ingresos públicos, me desnudaron completamente por más de 20 minutos y revisaron minuciosamente todas las prendas que llevaba puestas. Me dijeron que era "un procedimiento de rutina" y luego de esto me podía ir. Luego llegó un gendarme y me hizo esperar tras un mesón, después me hicieron bajar mi mochila del bus y revisaron una y otra vez todas mis cosas. Después vinieron las fotos tanto a mis cosas como a mí.

A esto ya me tenían encerrada en una sala contigua con cinco gendarmes (hombres), custodiándome.

Luego vinieron las esposas, la toma de huellas digitales (5 en ese lugar) y se me leyó el acta de mi detención, que decía sólo que era una investigación.

Pedí mi derecho a una llamada telefónica y me fue negada.

A eso de las 14 hs me trasladaron con un fuerte contingente de gendarmes al escuadrón nº 33 de San Martín de Los Andes, por supuesto no me decían donde me llevaban mi el por qué, nadie me daba ninguna explicación.

Otra vez me desnudaron y revisaron más de 10 veces mis cosas, sin mi presencia ya que me habían metido en un calabozo sin luz natural, sin ventanas y esposada todo el rato. El calabozo estaba muy frió y no me dejaban abrigarme porque decían que mis cosas estaban "secuestradas".

Pase la noche sin entender nada, a media noche se me tomó más fotos y más huellas digitales. Pedí mi llamada, otra vez negada.

Al otro día a eso de las 13:40 me traen a Gendarmería Nacional en Zapala provincia de Neuquén, debo recalcar que cada traslado es con un fuerte contingente de gendarmería, de un lugar al otro son mas de tres horas de camino. Llegué a eso de las 17:30 hs, y pude tener la visita de mi compañero sólo una hora, esposada y con custodia.

El que sólo gracias a la buena fortuna me encontró aquí, ya que en ningún lugar le decían dónde estaba.

Al otro día más ellas y mas fotos, llevo mas de 16 tomas de huellas digitales.

Ya llevo una semana en este lugar, encerrada las 24 horas. Se me permite una hora de pasillo si el ánimo del jefe de guardia lo permite.

Estoy con custodia permanente las 24 hs y tengo que pedir permiso cada vez que voy al baño.

Sólo hoy se me permitió debido a lo hincha pelotas que soy, usar un lápiz.

No se me permiten encendedores, ni fósforos. Quienes me conocen saben que soy una fumadora compulsiva y he tenido que arreglármelas como puedo.

Recién el martes 23/09 me entero en el juzgado que se me acusa de atentar contra la seguridad pública.

No puedo mentir que cuando me lo dijeron me dio risa, ya que lo primero que se vino a la mente es que quienes realmente atentan contra la seguridad son quienes suben el precio de la leche, la carne. el pan, la energía. Quienes atentan son los que mantienen en las cárceles del capitalismo a miles de pobres, luchadores sociales, hombres y mujeres libertarios.

Quienes realmente atentan son quienes viven llenos de privilegios en base a la explotación de muchos, quienes atentan son quienes no nos dejan conmemorar a nuestros caídos, atentan quienes no permiten la emancipación de nuestros pueblos.

"Ellos son realmente los terroristas que atentan contra la seguridad pública"

Quiero dejar en claro que esto no es más que un montaje para perjudicar a Freddy Fuentevilla y Marcelo Villaroel, luchadores populares recluidos en la Unidad Nº 11 de Neuquén.

Todo este montaje demuestra que la política policial del Plan Cóndor para Sudamérica creada en los años 70 en la Escuela de las Américas, sigue vigente pero con otro nombre: Estado Policial, Ley Antiterrorista.

Sí, creo en la libertad del individuo y de la humanidad, ¿es un delito? Soy una delincuente reincidente.

Porque creo, y cada minuto que pasa mi convicción toma más fuerza, lo que exigimos es justo y digno.

Creo en la emancipación de la mujer y del hombre, es lo que me hace sentir viva.

Creo más que nunca en la libertad no sólo mía, sino la de todos mis compañeros presos internacionalistas.

Un abrazo muy fuerte lleno de amor, fraternidad, lealtad y respeto, rabia y rebeldía a quienes luchan por una sociedad mejor.

Basta de montaje político policial.

¡Por el Komunismo libertario!

Andrea Urzúa

Presa política, recluida en la gendarmería de Zapala, Neuquén


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martes, 7 de octubre de 2008

A ver al cine...

OCTUBRE EN LA TRIBU
# proyecciones de cine
CASI TODOS LOS MARTES A LAS 20 HS.


07/10.
Los espigadores y yo
Agnes Varda
Francia 2002 82 min

Por aquí y por allá, en Francia, Agnès Varda se ha encontrado con espigadores, recolectores y gente que busca entre la basura. Por necesidad, puramente por azar o por obligación esta gente recoge objetos desechados por otros. Su mundo es sorprendente. Constituye un gran contraste con el mundo de los espigadores de ayer, de las mujeres campesinas que escarbaban para conseguir los pequeños granos de trigo que quedaban después de la cosecha. Patatas, manzanas y otros alimentos desechados, cosas sin dueño, relojes sin manillas, televisores, juguetes; éste es el menú de los espigadores de hoy.
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21/10.
Cándido López. Los Campos de Batalla
José Luis García
Argentina 2005 102 min
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28/10. Doble Función!


Pablo Dacal y El Misterio del Lago Rosario
Ignacio Masllorens
Argentina 2007 60 min

Compañeros, Casi Amigos
Luis Galmes
Argentina 2006 73 min
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Fm La Tribu 88.7 mhz
Lambaré 873
Bs As/Argentina
www.fmlatribu.com
( también on-line )
Obviamente recomiendo la de Varda que está posteada en éste mismo blog Acá

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jueves, 2 de octubre de 2008

Este post es un cometario a otro posteo

vale la pena que pase de comment a post, inaugurando así extrañas posibilidades de recursividad lógico nominal...

El Juez Mansilla aseguró que “en Santiago del Estero y en Argentina ya no había campesinos ni indígenas”.

La ecuación es simple, si no existen campesinos, tampoco existen sus luchas, ni la represión que están sufriendo. Sin embargo la represión se deja ver y sobre todo se transmite de compañero a compañero. Así nos llegan a nosotros, integrantes del Movimiento de Solidaridad con el MOCASE, algunas historias que parecerían de otra época de Argentina, marcando que a Santiago del Estero nunca les llego 1983. Solo para
repasar aquí van algunos de estos episodios:

Los primeros dias de agosto fue agredido el compañero Juan Moreno, habitante del lote 5, de los Juries, con mas de 50 años de posesión de su tierra. La presión ejercida por Guillermo Masoni se hizo sentir una vez mas en el abajo; la sobrina del compañero volvía de la escuela y fue amenazada.

Un mensaje reciente de otro compañero dice textualmente así: “hola compañeros, la verdad que el enemigo sigue queriendo robarnos nuestras tierras, nosotros lucharemos hasta morir”.

Como Movimiento de Solidaridad con el MOCASE decimos: basta ya de represión a los compañeros campesinos, la tierra es del que la trabaja, unión y lucha para que todas las voces hagan a la voz del pueblo.

conelmocase@gmail.com

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