viernes, 10 de abril de 2009

Neruda y la disciplina partidaria



Veto a inmigrantes

España fue la encrucijada propicia para las definiciones. La España de García Lorca, Delia del Carril y la calles ensangrentadas de Madrid. Llegaba la hora de tomar partido. Desde entonces el ciudadano Neruda no sólo participó en actos públicos de apoyo a la República —contrariando la prescindencia política que le exigía su cargo diplomático— sinó que abrazó con pasión de converso las directrices del Partido Comunista, al que adhirió hacia 1937, con una fidelidad de la que no lo apartaron ataques ni persecuciones.

A partir de entonces, desde su doble condición de diplomático y militante comunista, Pablo Neruda sirvió, al mismo tiempo, a dos patrones: El Estado y el Partido. Con desigual obediencia, por cierto. Amonestado frecuentemente por la Cancillería chilena, se las arregló, sin embargo, para dejar satisfechos a los dos aparatos burocráticos. Utilizando estrategias, en ocasiones, pintorescas; en otras, francamente cuestionables, propias de esa "política impura" que detestó en su juventud.

Así, por ejemplo, cuando el gobierno del Frente Popular le encargó gestionar la inmigración de refugiados españoles "útiles" a la sociedad, es decir, profesionales y trabajadores calificados (los comerciantes y cambistas eran cuidadosamente excluidos por su probable origen "semita"); Neruda llenó los cupos principalmente con militantes comunistas. En una carta del 19 de junio de 1939 le escribe a José Manuel calvo, Secretario General del Comité Chileno para la ayuda de los Refugiados en Francia: "(...) yo me he negado a la entrada de anarquistas, Méjico los recibía hasta hace poco y ahora no sabe qué hacer". Su criterio, se jacta el cónsul chileno, ha influido en la política inmigratoria de ese país. De esta manera Neruda rompió el cuoteo que él mismo había acordado con los partidos políticos del gobierno español en el exilio.

Las cifras que recopila el investigador David Schidiowsky son elocuentes: "Un 86% de las solicitudes de sectores, en su mayoría anarquistas, son rechazadas, mientras que las de otras organizaciones políticas fueron aceptadas casi en bloque. El porcentaje de anarquistas que al final llega a Chile es de 0,9% del total, lo cual demuestra el éxito de las maniobras de los comunistas y Neruda" (en Las furias y las penas. Pablo Neruda y su tiempo, 2003).

Nadie puede negar a estas alturas el aporte que significó para Chile la llegada del Winnipeg. Acusar a Neruda de haber traído un cargamento de facinerosos, tal como caricaturizó la prensa conservadora de esos años, sería una infamia. Sin embargo, no se puede dejar de pensar en la suerte que corrieron en la Francia ocupada por los nazis miles de refugiados anarquistas, gitanos y judíos. Los historiadores y biógrafos suelen pasar de largo sobre estas cosas. Los políticos les dedican un minuto de silencio.

Suponer, por otro lado, que los "feroces anarquistas ibéricos", como los llamó un cronista, hubieran representado un peligro para Latinoamérica no es más que un prejuicio que la historia no tuvo oportunidad de comprobar. Al menos en México, no fueron precisamente anarquistas los españoles que practicaron los peores actos de violencia política.

Nombrado cónsul de Chile en Ciudad de México, el año 1940, Neruda le otorgo una visa a David Alfaro Siqueiros para salir rumbo Chile, cuando éste permanecía en la cárcel por el intento de asesinato de León Trotsky. Sobre este bien conocido hecho se han tejido dos leyendas: una negra y otra folclórica. Según aquélla, Neruda estuvo directamente implicado en el complot para asesinar al ex líder de la revolución soviética; el propio Neruda, en cambio, minimiza los hechos hasta reducirlos a una anécdota pintoresca en su libro de memorias Confieso que he vivido: "alguien" había "embarcado" a Siqueiros en una "incursión armada"; el pintor cayó preso, Neruda lo visitó en la cárcel y salieron varias veces de juerga gracias a la buena voluntad del alcaide, planificando entre copa y copa su liberación.

Fragmento de "NERUDA, EL POLÍTICO De anarquista a militante Por Pedro Pablo Guerrero"

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