domingo, 5 de abril de 2009

Hijos del Pueblo Nº 16


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Editorial Hijos del Pueblo Nro. 16


“El sistema de la representación democrática es el de la hipocresía y el de la eterna mentira. Su existencia se apoya en la ignorancia del pueblo y todos sus triunfos se basan en ella” Mijail Bakunin

Días de memoria y acción


Este nuevo número de Hijos del Pueblo sale en un momento crucial para todos los trabajadores y trabajadoras. Dos importantes fechas de conmemoración, recuerdo y lucha se dan cita este mes: el 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora y el 24, mal llamado “Día de la Memoria”, con el que el Estado pretende ocultar la continuidad de sus crímenes contra la pobreza y la protesta, relegándolos a un pasado supuestamente superado. Así como 146 compañeras fueron quemadas vivas por la patronal, 30.000 compañeros y compañeras desaparecieron, sufrieron torturas, humillaciones y muerte. La sangre de quienes transitaron con paso firme el camino de la lucha nos llama a seguir combatiendo, contra el patriarcado, el Estado y el capital. Es para afianzar esta realidad y darnos las armas necesarias, que continuamos con nuestra exposición sobre las relaciones entre anarquismo y sindicalismo, como así también ponemos a disposición de todos los compañeros lectores los estragos que causa la crisis y su contraparte, los conflictos que día a día surgen para preservar los puestos de trabajo y disputarle la lógica al mercado. Volver a producir es la consigna, para ellos, para todos. Es necesario encender estas antorchas de resistencia, para que el fuego de los trabajadores enfrente las ambiciones del capital. Que ellos paguen las consecuencias de su crisis, nacida del barro y la vergüenza de un sistema corrompido desde su inicio. ¡No permitamos ni un despido, no aceptemos ninguna suspensión, no resignemos un solo peso de nuestros pobres salarios! Porque cada embestida de la patronal es un plato menos en nuestra mesa, es hambre, dolor y vergüenza para nuestros hijos, padres y hermanos.

Sin embargo nada de esto les importa a ellos, los candidatos que desde el cartel sonríen con hipocresía, hienas que ocultan su propia miseria humana y ambición de poder. Se arrancan los ojos entre ellos para encabezar una lista; desde las radios y televisores los escuchamos hablar, y hablar, pero sin decir nada. Ellos mismos son la nada, que miente y nos muestra la urna y la boleta, espejismos con los que nos quieren hacer creer que podemos cambiar algo, pero que sin nada cambie en realidad. Quieren así negar la única y verdadera fuente de redención de la sociedad y salvación de la humanidad: la Revolución Social. Y muchos irán, ilusionados, a depositar su voto confiando en que vendrá algo nuevo, distinto. “Esta vez si puede ser” se dicen para animarse. Pero poco tiempo después, caerán en el descontento, al descubrir que el poder cambia de máscara, pero sigue siendo el mismo asesino y torturador de siempre, que mata con el gatillo fácil, la explotación, el desabastecimiento y la inflación. Es allí donde debemos estar los anarquistas, para brindar fuerzas y apoyo al compañero, y mostrarle el sendero por el que juntos debemos marchar, hombro con hombro, hasta la victoria final.

¡A la calle, compañeros! Tomemos la fábrica, el taller, el call center, el colegio, la facultad. Llevemos con nosotros el mundo nuevo, la luz del socialismo y la libertad, que se abre paso entre las tinieblas del miedo y la injusticia. Son sus armas la asamblea horizontal y la acción directa, en la que no debe meter sus sucias manos la burocracia y la mentira. Con bombo y piquete, la frente en alto de la dignidad del que pelea por lo que es justo. Porque de nosotros depende cambiar el futuro, con un presente de rebelión.

¡La emancipación de los trabajadores, será obra de los trabajadores mismos!


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