lunes, 30 de marzo de 2009

Al servicio de la comunidad de poderosos


Recomiendo con vehemencia la lectura de ésta entrevista:


Especial- A 33 años del golpe genocida
Crímenes estatales de ayer y hoy

"Detrás del policía que aprieta el gatillo hay un crimen de Estado porque hay toda una estructura del Estado que va a intentar garantizar esa impunidad", afirma Sergio Smietniansky, abogado de la CORREPI Sur. A 33 años del golpe genocida, la represión sigue siendo una constante aunque ha asumido diferentes direcciones y modalidades.


La represión siempre apunta hacia distintos sectores, hacia aquellos que los sectores dominantes marcan como peligrosos. Los miles de desapariciones forzadas, los campos de concentración regando el territorio argentino y las torturas sin tiempo constituyeron el sello de la de la última dictadura. Los asesinatos de los pibes pobres en los barrios, las razzias y los tormentos en las cárceles parecen ser moneda corriente en los tiempos que corren. En tanto, la constante del asesinato a militantes políticos que protagonizan diferentes conflictos sociales suele percibirse como algo más que una reminiscencia. ANRed dialogó con Sergio Smietniansky y Mariana Lisi, integrantes de la CORREPI Sur, para tratar de reflejar las continuidades y rupturas en la metodología represiva.

- ANRed: ¿Cómo se explica la continuidad represiva entre la dictadura genocida y los diferentes gobiernos constitucionales?

- Sergio Smietniansky: A partir de la doctrina de la seguridad nacional, se crea la lógica del enemigo interno, que es ni más ni menos que el pueblo, y se utiliza a las fuerzas armadas para reprimir a ese enemigo interno. El 10 de diciembre de 1983, que es cuando comienza el período que denominamos como "institucional", se reformula ese concepto de la doctrina de la seguridad nacional por un concepto de doctrina de la seguridad social. A partir de esa fecha, ese rol ejecutor de control social y de preservar las bases del sistema se va a desplazar desde las fuerzas armadas hacia las fuerzas policiales. Lo cual no quiere decir que en la dictadura únicamente las fuerzas armadas hayan tenido una lógica represiva, sino que fueron su principal ejecutor pero, obviamente, todas las fuerzas represivas del Estado cumplían la función de imponer ese control social. A partir del 83, esa lógica se modifica en el actor social y las policías pasan a ser la fuerza represiva por excelencia que intentará garantizar el control sistémico.

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