lunes, 10 de diciembre de 2007

Un actor hablando a su público



Ha sido una semana extraña. Para mí, una semana particularmente extraña. Pero esa es otra historia. Así que, esperad un minuto. ¿Irán NO TIENE capacidad de arma nuclear? Por lo tanto: ¿a quién vamos a bombardear? ¡Quiero bombardear a alguien!
¿No acaba de votar la senadora Clinton esencialmente por dar al presidente Bush el poder para bombardear Irán? Si lo hubiera hecho la semana pasada, ¿habría tenido razón la senadora? Quiero decir, ¿si sabía entonces lo que sabe ahora? ¿O veo las cosas al revés? Dios mío, estoy confundido.

¿Y el presidente Bush? Esta semana, Vladimir Putin, el hombre del que Mr. Bush dijo que “le miré a los ojos y descubrí que era muy directo y digno de confianza.” Tanto que “pudo sentir su alma.” Bueno ese tipo enternecedor acaba de juntar la más peligrosa base de poder en Rusia desde la Guerra Fría entre rumores que incluyen afirmaciones de que ordenó asesinatos de periodistas y el encarcelamiento de destacados defensores de la libertad (¡Huy!)

Mientras tanto, el gran enemigo de nuestro presidente en Venezuela, Hugo Chávez, ese “totalitario,” “autoritario,” “dictador,” ese “demente frenético,” de algún modo no tuvo éxito en su propuesta de reformas constitucionales que habrían permitido que fuera repetidamente reelegido de por vida... ¿um?

Extraña semana, ¿sabéis? De verdad.

¿Qué pasó con la “tiranía” de Chávez? ¿Su “corrupción electoral?” ¿Su presunto “amordazamiento de la prensa?” ¿Cómo diablos puede haber perdido? Lo siento: ¿se me escapó algo?

¿Cómo es posible que ese “cabrón comunista” elegido por un 80% de sus ciudadanos para comenzar, no haya podido imponerse? ¿Será que nos mintieron sobre su persona? Quiero decir, Pat Robertson no es mentiroso, ¿verdad? Su dios no permitiría que sucediera algo semejante, ¿verdad? Y Dios nos libre, ¿permitiría nuestro Dios que los eruditos derechistas, los corporativos izquierdistas, o nuestro propio gobierno nos pasen gato por liebre?

Fragmento de un extenso y excelente artículo escrito por el actor norteamericano Sean Penn, completo acá en Rebelión.

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