martes, 8 de enero de 2008

Un mundo post Bush



"Los neoconservadores han logrado mucho para sus titiriteros de la elite, y a cambio han recibido mano libre para saquear a su gusto, canalizando todos esos miles de millones de dólares para la guerra de Iraq a sus propios tesoros corporativos y carteras de inversión. Ellos, por su parte, han establecido los fundamentos de un Estado fascista en EE.UU. y Canadá, obtenido las reservas de petróleo de Iraq, construido megabases avanzadas permanentes en Iraq, desestabilizado exitosamente Iraq y lo han preparado para la balcanización, obtenido rutas para gasoductos en Afganistán, restaurado el rentable comercio del opio, y progresado hacia el logro de la capacidad de primer golpe que será necesaria para cuando llegue el momento para enfrentar a Rusia y China. Por cierto, un buen conjunto de logros importante en muy poco tiempo. Pero para nuestra camarilla, la pregunta eterna es: “¿Qué has hecho últimamente para mí, mijito?”

La intención neoconservadora de bombardear Irán fue el momento en el que el instrumento comenzó a decepcionar, y amenazó con perder la ruta. Todo el que pensara seriamente en el resultado de un bombardeo sabía que un ataque rápidamente se saldría de cualquier control – considerando las armas avanzadas suministradas por Rusia al impulsivo Irán, y que el polvorín involucraría a un Israel de tiro fácil, con poderío nuclear, clínicamente trastornado. Por cierto, Rusia y China estarían preparados en una alerta ultra elevada, listos para intervenir con la fuerza debida si la espiral cruzaba ciertas líneas no especificadas trazadas en la arena. Los neoconservadores lo sabían y la camarilla lo sabía. Cualquier ataque contra Irán, por bien planificado, limitado, y ejecutado que fuera, sería jugar a la ruleta rusa con la Tercera Guerra Mundial.

Los neoconservadores estaban dispuestos a dar ese paso, a jugar ese juego, y estaban muy avanzados en sus preparativos, tanto del tipo militar como de las operaciones psicológicas. Es obvio que no los disuadía la posibilidad de una guerra nuclear global generalizada. No tiene nada que ver con la pretendida creencia de Bush en el Apocalipsis y en la ascensión de los elegidos, sino más bien con la evidente creencia de los neoconservadores en que estaban ‘listos para la gran empresa,” copiando directamente una página de Dr. Strangelove [“Dr. Insólito” o “¿Teléfono rojo?, volamos hacia Moscú”], con los neoconservadores en el papel de Jack D. Ripper. A diferencia del demencial comandante de base del Comando Aéreo Estratégico, sin embargo, los neoconservadores se vieron obligados a telegrafiar sus acciones, y a la camarilla no le gustó el guión. Sabía que la capacidad de primer ataque no estaba cerca de estar lista, y la ruleta rusa no es un juego que le guste jugar. Sólo lo juega cuando tiene todas las mejores cartas y una participación mayoritaria en el casino.

Así que había llegado la hora de tirar el enjuague al instrumento neoconservador. Fue algo sorprendentemente fácil. El primer paso, dado quién sabe hace cuánto tiempo, fue informar discretamente al Estado Mayor Conjunto de que el proyecto Irán está anulado, no importa qué órdenes puedan llegar de la Casa Blanca o de la Caja Negra. Esta noticia, desde luego, debía permanecer limitada a los presentes, como por cierto sucedió. Una vez que asegurado en secreto el castillo, fue algo trivial plantar las semillas que desharían todo el agriado tren neoconservador, que amenaza con descarrilarse. Un simple pero devastador anuncio de la Inteligencia, unos pocos cuchicheos en la próxima reunión a actores clave de Bilderberg de que se abriría la temporada de caza para el contingente estadounidense, y otras diversas acciones sutiles y bastante fáciles. Cuesta poco, después de todo, derribar un castillo de naipes, particularmente si se apoya en un comodín débil. La camarilla se mantiene invisible, como de costumbre."

De la muy interesante: "El régimen post Bush, un pronóstico" x Richard K. Moore, completa acá en Rebelión.

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