Calvino IV y final
4. Desde hace algunos años ya no estoy en el Partido Comunista ni me he aliado a ningún otro partido. Veo la Política más en sus líneas generales y es menor mi sensación de estar involucrado y de ser corresponsable. ¿Es bueno o es malo? Entiendo muchas cosas que antes no entendía, mirándolas con una perspectiva menos inmediata; pero, por otra parte, sé que sólo podemos comprender hasta el fondo lo que hacemos en la práctica, con una asidua aplicación cotidiana. La Unión Soviética y los Estados Unidos siguen siendo, como antes, el centro de mi interés y de mis preocupaciones porque de una parte y de la otra vienen las imágenes que me hago de nuestro futuro. Me enfado un poce menos por las cosas que no funcionan en la URSS, también porque cada vez suceden menos cosas allí; me enfado un poco más cuando Estados Unidos hace algo que no me gusta y también porque sigue haciéndolo a más no poder. De Europa sigo esperando no soluciones políticas sino elaboraciones ideológicas y éstas siguen sin llegar. A fin de cuentas, muchas cosas han cambiado en la situación política seneral pero la «escala de valores» en que creo, en el fondo, no ha cambiado mucho.
Quisiera referirme aquí al menos a dos cosas en que he creído a lo largo de mi camino y en las que sigo creyendo. Una es la pasión por una cultura global, el rechazo de la incomunicabilidad de la especialización para mantener viva una imagen de cultura como un todo unitario del que forma parte todo aspecto del conocer y del hacer y en que los distintos discursos de cada específica investigación y producción son parte de ese discurso general que es la historia de los hombres, que debemos lograr dominar y desarrollar en sentido, por fin, humano. (Y la literatura debería estar, justamente, en medio de los diversos lenguajes y mantener viva la comunicación entre ellos.)
Otra de mis pasiones es la pasión por una lucha política y una cultura (y literatura) como formación de una nueva clase dirigente. (O clase tout court, si clase es sólo aquella que tiene conciencia de clase, como dice Marx.) Siempre he trabajado y trabajo con esto en la mente: ver tomar forma a la clase dirigente nueva y contribuir a dejarle una señal, una impronta.
Quisiera referirme aquí al menos a dos cosas en que he creído a lo largo de mi camino y en las que sigo creyendo. Una es la pasión por una cultura global, el rechazo de la incomunicabilidad de la especialización para mantener viva una imagen de cultura como un todo unitario del que forma parte todo aspecto del conocer y del hacer y en que los distintos discursos de cada específica investigación y producción son parte de ese discurso general que es la historia de los hombres, que debemos lograr dominar y desarrollar en sentido, por fin, humano. (Y la literatura debería estar, justamente, en medio de los diversos lenguajes y mantener viva la comunicación entre ellos.)
Otra de mis pasiones es la pasión por una lucha política y una cultura (y literatura) como formación de una nueva clase dirigente. (O clase tout court, si clase es sólo aquella que tiene conciencia de clase, como dice Marx.) Siempre he trabajado y trabajo con esto en la mente: ver tomar forma a la clase dirigente nueva y contribuir a dejarle una señal, una impronta.
Etiquetas: Libros
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